lunes, 17 de agosto de 2009

Moncho nos vuelve a plasmar su pensamiento en letras....

Tengo un vendaval de temas para hablar. Pero quiero seleccionar los mas importantes y dejar los más banales para el postre y la sobremesa para poder contentarme en mi criterio. No necesariamente tiene que ser ácido pero veré como se me canta hacerlo.
Primero, empecé terapia, o al menos, eso creí. Después de un gran esfuerzo logré eliminar toda expectativa como me recomendó una sabia mujer, me encontré con la situación que todo en el planeta necesita ser admitido por un tercero. Ya sea una iniciación a un grupo de pertenencia, o en este caso una terapia. Resulta ahora que antes de que un psicólogo (o psicóloga como yo pedí) tengo que ser admitido como persona psicopatológica, o sea para aclarar, que el problema de mi cabeza sea lo suficientemente complejo como para requerir terapia. No se si decir afortunada o desgraciadamente pero fui admitido en terapia por una terapeuta que me derivo a otra para que comience mi tratamiento. ¡Qué al pedo! ¿Por qué no me trató la primera? ¿Tan ocupada está?. Sinceramente ahora no me importa, lo importante es que pese a no haber dicho nada, el descargo verborrágico que hice en esa sesión de admisión me hizo sentir liberado, no sirvió de nada, pero por lo menos ya no lo tengo clavado en el pecho.
Otra cosa es que a causa del fin de semana largo mis viejos se fueron a colon en Entre Rios de mini-vacaciones dejándome con la casa en mi poder (con mi hermano menor pero en mi poder). Aquí mi dilema, ¿Hacer lo que se me canta el quinto forro de las talopes o ser un buen hijo? Ya saben la respuesta ¿no?. La casa es el averno en la tierra y todavía me queda domingo y lunes. Es una sensación genial y al mismo tiempo placentera.
Abriendo mi cabeza transforme estas cuatro paredes en mi propia versión del paraíso; con todas las cosas que me complacen y quitando las que de momento fastidian (mi hermanito). Por lo que la estadía está siendo de lo más relajante. Gracias mamá y papá. También me dí el gusto de experimentar la emancipación a corto plazo. Una casa pelada sin víveres, sin servicios, sin nada. Satisfaciendo mis necesidades en el momento que surgen. Comiendo cuando tengo hambre, tomando cuando tengo sed, así con todo.
Como el fin de semana aun vive, este plato fuerte no tiene un final definido. Seguramente el postre traerá consecuencias y anécdotas. Pero para eso tienen que esperar hasta el postre y hasta una nueva sesión de inspiración.


Provecho!


(monchito)

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